En el día de hoy vamos a hablar de uno de los grandes exquisiteces gastronómicas de los mares, la anchoa (ya le gustaría a Jack Sparrow haber descubierto este tesoro :P)
Antes de empezar hay que mencionar que Anchoa, al igual que Boquerón, en realidad son “apodos”. El nombre original es Bocarte. Sin embargo en el sur de España se le llama Boquerón y se presentan frescos o en vinagre, mientras que en el Norte es conocido principalmente como Anchoa, sometida a un proceso de salazón y conserva.
Suelen encontrarse en las profundidades medias, a unos 100 metros de la superficie marina, en inmensos bancos de peces y forman parte de la dieta de otras especies marinas y de la nuestra, por supuesto.
Estos peces se alimentan de plancton. Durante los meses en los que la superficie marina se calienta (primavera – verano) ascienden para continuar alimentándose y para reproducirse. En éste periodo es cuando los barcos pesqueros se lanzan a la mar para capturarlos ya que es el momento en el que los bocartes han adquirido una amplia capa de grasa y son más apetitosos.
Es la zona del Mar Cantábrico, y en especial en Santoña (Cantabria), donde surge la anchoa “de pata negra”. Sin embargo, todo comenzó a partir de una historia de amor (id sacando las palomitas…)
Finales del s. XIX, “crisis de la anchoa” en Italia, los italianos se ven obligados a buscar nuevas zonas para adquirir e importar dicho pescado y envían una gran cantidad de comerciantes provenientes principalmente de Génova, Nápoles y Sicilia a las constas cantábricas, ya que prácticamente era una zona virgen. En esta última región nace nuestro protagonista, Giovanni Vella, que llegó a las costas de Santoña para volver cargado de bocartes. Sin embargo, uno de aquellos viajes fue únicamente de ida…
Conoció a Dolores, con la que posteriormente se casaría y se establecería en esta localidad cántabra, donde más adelante levantaría la primera fábrica de anchoas de la localidad…”La Dolores” en su honor.
Pero no solo surgió el amor con esta mujer, sino también con los excepcionales bocartes del Cantábrico, ya que en sus frías aguas desarrollan una capa de grasa que potencia la jugosidad y la calidad de su carne.
Con el fin de optimizar el modo de consumo del pescado ideó una forma de deshacerse de la piel y las espinas, salar la anchoa y posteriormente envasarla en aceite; todo ello elaborado mediante un procedimiento artesanal realizado por mujeres. A partir de este acontecimiento se inició una revolución en la industria de las conserveras a lo largo de toda la costa.
En la actualidad ha disminuido considerablemente el número de conserveras en Santoña, sin embargo siguen conservando el nivel de calidad de antaño y “las mujeres conserveras” siguen jugando un papel imprescindible en la preparación de este manjar, tan importante que tienen un monumento en su honor.
En fin, si tenéis algún conocido en Cantabria y alrededores con apellido italiano, ya sabéis por qué.
[…] Y aquí empezó una historia entre un marino italiano y una cántabra, cuya relación generó el comienzo de las fábricas de anchoas…¡¡y el resto es historia!! Aquí os adjuntamos la historia en este link. […]